jueves, 1 de marzo de 2007

CINEMA BANZAI. Cartas desde Iwo Jima




Hoy, tras ver en la sesión de las 18:00 en el Plaza Mayor Cartas desde Iwo Jima (quien me iba a decir que Harry el Sucio iba a rodar una película en japonés), me he dado cuenta de nuevo de que el ser humano desarrolla una curiosa filia hacia las causas perdidas, identificándose con aquel que, con gallardía, se enfrenta a un futuro nefando, injusto y cruelmente arbitrario.

Todos hemos sufrido ante la pantalla sabiendo que el heroe no verá a su mujer o a su hijo nunca más, que morirá por sus amigos o por una bandera, normalmente en un acto estúpido, pero preferiblemente salvando al mundo.

Ya sea Bruce Willis atomizado cabalgando un meteorito en Armaggedon, pasando por Tom Hanks en Salvar al Soldado Ryan pegándole tiros a un tanque alemán justo cuando llega la caballería USA a lomos de sus P-51 o Russel Crowe/Gladiator en la arena del circo romano, nos pone bastante ver al macho (rara vez es una chica la que se autoinmola) aceptar su sino esbozando una media sonrisa.

Cartas desde Iwo Jima es otra película bélica pacifista que nos muestra el envés de la trama, el otro lado de la anterior película de Eastwood Banderas de nuestros Padres.

El punto de vista nipón tiene más poesía y sensibilidad, la tragedia está teñida de surrealismo, y el sacrificio es más doloroso. Los japoneses se enfrentan a las bien armadas, comidas y dormidas tropas norteamericanas tras haber sufrido semanas de bombardeos y privaciones, deshechos por la disentería y comiendo lombrices. Saben además que no van a recibir refuerzos. Mantener la moral alta es muy difícil, especialmente cuando la salida más honrosa es desventrarse con una granada de mano.

Todos hemos visto, en el mal llamado cine bélico, escenas de suicidios, de juicios sumerísimos, de ataques desesperados, de camaradería "enseñame tu foto, que yo te enseño la mía" y de rescates inútiles, pero en esta película el idioma japonés hipnotiza al espectador dándole un aire nuevo al conjunto. Si no les gusta la sensación de asfixia, si son de los que no pueden contener la respiración en la piscina, no vayan a verla.

Hay que señalar que Ken Watanabe hace gala de una intepretación soberbia del general Tadamichi Kuribayashi, el hombre que les dio estopa a los norteamericanos en ese pedazo de tierra inutil anclado en el Pacífico.

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