domingo, 17 de abril de 2011

EL IDIOMA ESTONIO Y EL FUTURO (NEGRO) DE LA DEMOGRAFÍA

Llevo ya unos meses peleándome con el estonio como Goliath contra David. Y David, este pequeño idioma de una esquina de Europa, me da pedradas a cada paso.

Para empezar: solo hay dos sitios en el país donde puedes estudiar la lengua como es debido. Es decir, con un curso y clases de x horas diarias durante x semanas, con distintos profesores, uno que te de pronunciación, otro gramática, en fin, como aprendimos el inglés y el francés en el instituto o como se aprende en academias de idiomas.

Aquí en Estonia, no. Aquí o estás en Tallinn o en Tartu o te puedes morir de asco. ¿Os imaginais que viniese un alemán a España y solo pudiese estudiar español en Madrid y en Barcelona? No, ¿verdad? En España cualquier marroquí o búlgaro recién llegado, tiene un montón de ONG's y de entidades que le ofrecerán un curso gratuito para integrarte en la sociedad del país, en Córdoba, en Murcia o en Aljete.

En Estonia, si te quiere integrar, ya sabes, vete a la capital, que en el resto del país ¿pa que estás? Si total, no hay "na"...

Pues yo estoy en mitad de la "na".

Después de mucho buscar y de intentarlo con un curso en ruso (se me olvidaba, a los rusos si hay que integrarlos, que si no la UE se enfada, o Putin y Rusia les invade una cuarta vez), fui a dar con un francés que está haciendo el voluntariado europeo en un centro cultural. Y claro, el centro esta obligado a darle un curso de estonio durante sus meses de estancia. Como la profesora ya le daba clases una vez en semana, me admitieron apoquinando 8€ por hora.

Una hora en semana, con un idioma tan complicado como este, es un mohón.

Me he comprado libros del estilo de "Aprende el estonio mientras cocinas col agria" o "Método Smirnoff de estonio", pero no son de gran ayuda.

Mientras todo esto me sucede, me voy dando cuenta de un curioso fenómeno.

Las mujeres estonias están bastantes hartas de los chicos estonios. No expresan sus sentimientos, casi no hablan, son fríos, taciturnos, poco cariñosos, no suelen ayudar demasiado en la casa, se dan a la bebida...

Sin embargo, con la entrada en la UE y la globalización, chicos de todo el mundo han llegando a preñar en masa (sic) a las bellas aborígenes. Mi prometida no es un caso único, tiene una amiga que ha hecho lo propio con un italiano, otra con un egipcio, otra con un albanés...una ha acabado en Australia, y la hermana vive en Bruselas con un militar americano.

Cuando llega el momento "ups...bebé en camino", surge siempre la duda. ¿Quedarse en Estonia o irse al país del gachó? Y muchos hombres, que somos unos románticos, decidimos probar en Estonia. Y nos encontramos con esto:

-Mees (hombre/marido)

Singular. Plural.

Nimetav
(Nomitativo) kes? mees mehed
Omastav (Genitivo) kelle? mehe meeste
Osastav (Partitivo) keda? meest mehi
Sisseütlev (Ilativo) kellesse? mehesse meestesse
Seesütlev (Inesivo) kelles? mehes meestes
Seessütlev (Elativo) kellest? mehest meestest
Alaleütlev (Alativo) kellele? mehele meestele
Alalütlev (Adesivo) kellel? mehel meestel
Alaltütlev (Ablativo) kellelt? mehelt meestelt
Saav (Translativo) kelleks? meheks meesteks
Rajav (Terminativo) kelleni? meheni meesteni
Olev (Esivo) kellena? mehena meestena
Ilmaütlev (Abesivo) kelleta? meheta meesteta
Kaasaütlev (Comitativo) kellega? mehega meestega

Osea, 28 combinaciones de cada palabra. 14 en singular y 14 en plural.

Cada caso a usarse según uno quiera decir el hombre, un hombre, un hombre (objeto), dentro del hombre, en el hombre, sobre el hombre, al hombre, del hombre, para el hombre, como el hombre, sin el hombre, con el hombre...o sin son varios, pues ya sabeis.

Pues...todo esto para contaros como afecta el idioma a las posibilidades de crecimiento demográfico de la república de Estonia. Si ya con un curso gratuito o semi gratuito es un coñazo estudiarlo...imaginaros que tuvieseis que pagarlo a 8€ la hora. Y eso si, como yo, vives en en la capital turística del país y tienes la suerte de encontrar a UNA profesora que te de clases en inglés. Si tu mujer es de un pueblecito... j-o-d-e-t-e.

Como os imaginais...son muchos los tíos que hasta los webs de este idioma tan tierno, deciden volverse a sus países de origen con mujera e hijos/as. Y anda el gobierno estonio encargando estudios a las universidades más prestigiosas para parar la sangría de población. Porque los rusos son muchos al otro lado de la frontera y deseando cruzarla con alguna estonia o con alguna compatriota con permiso de residencia Schenguen.

Queridos políticos estonios, teneis cuatro opciones:

1- Darnos cursos de idioma y cultura a los maromos de vuestras hembras ugrofinesas.

2-Reintegraros en el Imperio Ruso. Entonces no tendreis que darnos cursos de estonio. Aprenderemos ruso, que es un idioma que hablan 300 millones de personas. Bastante práctico.

3- Convertiros en estado asociado de los EEUU. A los rusos no les hará demasiada gracia y puede que haya otra guerra, pero por vuestra programación televisiva, repleta de series y reallities USA y el que no doblais las películas ni los culebrones yankis, puede ser una alternativa curiosa. El inglés ya lo hablamos casi todos...a ver si os pensais que seducimos a vuestras mujeres en estonio...!

4- Seguir igual en la sopa boba de la Unión Europea pero olvidándose de lo de la tan cacareada movilidad transfronteriza de trabajadores. ¿Resultado ? Ver opción 2 y 3.


Y bueno...se me ocurre hasta otra...

Salir de la UE, cerrar las fronteras a los extranjeros y crear un culto telúrico de adoradores de la patata, que se convertiría en la base de la dieta y de la cultura del país. Como modelos de gobierno, se podría usar la sharia wahabita o la república hereditaria norcoreana.

Bueno...voy a tomarme la medicación, que hoy me ha le saltado y no quiero volver a la habitación acolchada.


jueves, 7 de abril de 2011

LA CASA DEL MARINERO RUSO. Experiencia inmobiliaria 1.


Esta mañana fuimos a ver una nueva casa. La agente inmobiliaria, que debió de ir al cole con Gagarin y Tereshkova, no se aclara con las cuentas y nos dice que podemos comprarla por un millón de coronas estonias. Y eso que el euro es la moneda oficial desde el uno de enero…

El día está nublado y una leve llovizna derrite la nieve poco a poco. Hace frío y las calles están llenas de nieblas. Como salida de un cuadro de Van Gogh, entre la tiniebla surge una construcción de ladrillo rodeada de árboles retorcidos. Un gran perro negro nos ladra desde el jardín. Está encadenado. Odio los perros grandes.

Un ruso con bigote, gordo y bajito, nos abre la puerta de la valla de madera que circunda el terreno. Entramos a sus dominios.

Calla al animal con un lacónico “jaroshe sabaka” (perro bueno) y nos acompaña al interior.

Los hornillos de la cocina son de cuando Krushev hizo la mili, el papel de las paredes debe ser “bermellón zarista” y, a juzgar por el aspecto de los muebles, el cadáver de Tolstoi puede encontrarse oculto en cualquier cajón. Sin embargo, el conjunto es decadentemente encantador. Tiene chimenea y está calentita. “Con eso me basta” pienso.

Tiene dos hornos microondas, uno de ellos en una pequeña habitación-almacén llena de tocones de madera, palanganas de plástico y una lavadora.

Salimos al jardín. El perro vuelve a ladrar. El ruso no para de hablarme. Yo le sonrío. Nos lleva a otro edificio, este de madera. La sauna. Allí está también la ducha. Le gasto una broma y le pregunto que si es su “dacha”, refiriéndome a las casas de verano de los altos cargos de la desaparecida URSS. Creo que no lo pilla. En la misma construcción hay una salita de estar muy coqueta y una gran chimenea.

Quedan por visitar todavía otras dos construcciones. Una especie de cuarto de las herramientas, destartalado pero funcional, y un edificio de planta regular con pinta de aserradero canadiense que es una especie de aserradero personal donde el tipo corta troncos para prender en las chimeneas en invierno. Me sigue hablando en ruso. Le digo que no lo hablo muy bien, que soy español.

Ahhh. ¡Español!Le entiendo que estuvo en Barcelona y en Las Palmas. Le respondo que en Las Palmas hay muchos rusos. Y es que era el puerto favorito de la flota soviética en sus escalas hacia África o América.” ¿Será marinero?”, me pregunto.

Cuando hemos vuelto junto al coche, pregunto por los árboles. Me dice la agente que son cerezos y manzanos. Y es que aquí mi amigo ruso tiene más de mil metros cuadrados de terrenito en la casa.

El ruso me llama desde detrás de la valla. Me acerco y me pasa un recipiente de plástico que colgaba de uno de los árboles. Está casi lleno de un líquido transparente. ¿Agua? ¿Vodka?

“Savia de arce”, me avisa mi prometida.

Lo bebo y es dulce, pero de in dulzor muy leve. Me gusta.

Ochen jarashó, spasiba”, le agradezco al Iván.

Nos volvemos a casa caminando entre la niebla, rodeados de islas de nieve que se funden a cámara lenta sobre las ruinosas aceras.

“-¿Cuánto es un millón de coronas estonias?”

“-No lo sé, te lo digo cuando lleguemos a casa.”