miércoles, 31 de marzo de 2010

SUSANNE SUNDFØR

Mi último hallazgo. Nacida el 19 de marzo de 1986 en Haugesund (Noruega) es una bella y multipremiada letrista y cantante noruega que combina de una manera excepcional la música clásica y el jazz. Usa elementos de ambos géneros con unas letras poderosas e íntimas que la hacen muy especial.

Susanne tiene hasta el momento solo tres discos en el mercado. Susanne Sundfør (2007), Take One (2008) y The Brothel (2010) y reside actualmente en Oslo.

I resign:
http://www.youtube.com/watch?v=2be2KcBWIXE&feature=related

The brothel:
http://www.youtube.com/watch?v=OgAMh7s-q_k

Walls:
http://www.youtube.com/watch?v=b2VmG5EWXdk&feature=related

lunes, 29 de marzo de 2010

RÉMORA


rémora.

(Del lat. remŏra).

1. f. Pez teleósteo marino, del suborden de los Acantopterigios, de unos 40 cm de largo y de 7 a 9 en su mayor diámetro, fusiforme, de color ceniciento, con una aleta dorsal y otra ventral que nacen en la mitad del cuerpo y se prolongan hasta la cola, y encima de la cabeza un disco oval, formado por una serie de láminas cartilaginosas movibles, con el cual hace el vacío para adherirse fuertemente a los objetos flotantes. Los antiguos le atribuían la propiedad de detener las naves.

A veces deben pasar muchos años para darnos cuenta de las rémoras que se aprovechan de nosotros. En el mundo de la creación, de la cultura, también existen.

Sin embargo, hay dos tipos de rémoras. Las listas y las tontas.

Las rémoras listas son discretas, cumplen su papel y no aspiran a más. Tienden a considerarse afortunadas y a gusto con su posicion. Así aguantan muchos años bajo la cómoda sombra de su huesped, que llega hasta a agradecer su compañía.

Las tontas tienen a perder bajo el agua el sentido de la orientación, se inflan y admiran su ombligo hasta llegar a creerse tiburones. Sienten que se merecen todo lo que reciben y no están a gusto con lo que se les cede. Aspiran a más. El problema no es que no estén en su derecho. El problema es que el mordisco que antes era gentil, llega a ser doloroso.

Es entonces cuando el escualo que acogía al parásito, decide sacudírselo.

sábado, 20 de marzo de 2010

MÁLAGA: MI EXPERIENCIA EN LA NUEVA TERMINAL DEL AEROPUERTO

Llego ayer de Madrid en un vuelo de Spanair. "Vaya"-me doy cuenta "ya han abierto la nueva terminal".

Bajo por unas escaleras mecánicas y me adentro en un pasillo interminable. De lo primero que me doy cuenta es de que todo, además de enorme, es gris. Las paredes son de hormigón, el suelo de un marmol inpersonal. ¿Lo ha diseñado un funerario discromatópsico?

Salgo por una puerta automática que no se abre hasta que mi nariz casi toca el cristal.

Tras recorrer la inmensa galería de cintas portaequipajes, llego a la mía, la 34. Al momento, empiezan a salir las maletas. Espero pacientemente, lo cual me resulta difícil tras haberme levantado a las 04:30 de la mañana en Sofía (Bulgaria) para coger el vuelo a Madrid.

Salen todas las maletas. La mía no. Las de otras diez personas, tampoco.

Me acerco a alguien que nos ofrece información, trabajador de Newco, la empresa que lleva el tema para Spanair. En cuanto oigo el nombre y el tipo nos indica donde se encuentra, salgo corriendo sin esperar más explicaciones. Llego el primero al mostrador. Respiro profundamente y le hablo muy lento a la trabajadora.

-Mi maleta no ha llegado.

-Vaya.

Respondo a las preguntas que me hace, le doy mis datos, señalo en un folleto el modelo de maleta 22 como el que se corresponde con la mía, firmo la reclamación y me voy, mochila a la espalda, en busca del coche de mi padre, que llevará un rato esperandónme vete tú a saber donde.

Cuando paso delante de las cintas que controla la Guardia Cívil, el corazón me da un vuelco. En una de ellas, solitaria, creo reconocer mi maleta, que aún conserva las pegatinas de equipaje que me pusieron en Bulgaria y Serbia. Y el candado habitual.

Me meto en el espacio acotado y, con la voz más humilde que me permite la indignación, me dirijo a un orondo guardia bigotudo.

-Perdone, pero creo que esa de allí es mi maleta.

-¿Su maleta?

-Sí, mi maleta.

-No puede ser su maleta.

-¿Acaba de llegar?

-Si, pero no puede ser su maleta, viene de América.

-Perdone, pero esas dos pegatinas se las puse yo en Bulgaria y Serbia. Y el candado es mío. Tengo aquí la pegatina del equipaje, si me deja pasar le demuestro que es la mía.

Cuando el he dicho eso, ya estoy acercándome a la cinta. El tipo, callado, se acerca conmigo.

Agarro la cinta adhesiva del la facturación, que pone AIR BULGARIA. En la otra cinta, que le coloqué por si acaso, viene mi nombre y dirección.

-¿Ve? Es mi maleta.

El número se muestra perplejo.

-Pues sí que lo es. Le va a caer un marrón a esta gente. Esto no lo pueden hacer. Tengo que dar informe, pero se puede ir.

Me da igual quien pueda ser "esta gente", pero yo ya tengo mi maleta. Me la llevo. Quiero salir de ese mundo gris y subterraneo. Que me de el sol, sonreir por haber recuperado mi única chaqueta negra, mi ropa interior sucia y mis souvenirs balcánicos.


lunes, 8 de marzo de 2010

BUCEO EN ISLA PAVITO (ISLAS DEL ROSARIO, COLOMBIA)

Durante los dias de mi estancia en Cartagena de Indias, aproveché para cumplir uno de mis sueños. Bucear. ¡Y qué mejor sitio que las Islas del Rosario!

Me fui con un grupo de americanos a Isla Pavito, donde recibí las primeras nociones de buceo.

Tras una corta travesía en lancha, nos sumergimos en las cercanías de un remolcador hundido.

La verdad es que al principio se me aceleró la respiración. La sensación de estar bajo el agua, con la nariz húmeda, algo de agua en las gafas (para limpiarlas), rodeado del gran azul, era sobrecogedora.

No se me dio mal el tema de adaptarme a los cambios de presión apretando la nariz. En realidad siempre me a gustado el agua más que un palo a un tonto.


Bichos, bichos, bichos. Una pena como se están degradando los corales con el calentamiento global. El mar se asfixia.


Mmmm...me comía un espetito.

Me acojoné bastante al final, cuando de pronto noté que no tenía aire en la botella. Se estaba agotando y el monitor a más profundidad. Me sumergí hasta tocarle y le indiqué con gestos que tenía problemas. Me infló el chaleco y salí a la superficie.


En cuanto pueda, repito.