lunes, 10 de septiembre de 2007

A DOS METROS BAJO TIERRA. Ahora sí que voy a estar enganchado.

Ambientar una serie de televisión en una funeraria podría parecer una mala idea, y sería normal el pensarlo a bote pronto. ¡Tiene que ser de lo más deprimente! ¿Una serie con embalsamadores, ataudes, y un muerto mínimo en cada episodio? Quizás esto era lo que me echaba para atrás de Six feet under, y por ello me resistí a verla hasta hace poco. Pero claro, es como comer pipas, todo es empezar.

La serie está magistralmente realizada, es otro producto de calidad de la HBO, con unos actores sólidos y unos guiones que ya los quisieran algunos directores encumbrados de nuestro cine español. La trama está imbricada de sensibilidad y filosofía.

La psicología de los personajes está delicadamente elaborada, cual la obra de un joyero que se encarga de que todo engarce hasta hacer una pieza maestra.

Hay profundidad y complejidad, lo cual se agradece enórmemente. Simplemente el conflicto de David Fisher, el hermano gay o los problemas de adolescencia de la pequeña, Claire, tienen más trabajo que todo el desarrollo de los personajes gilipollas de Historias del Kronen o de Al otro lado de la Cama. Creo que desde Los Soprano no veía algo tan bueno.

En un plis me he colocado en la segunda temporada. Ah, por cierto, es curioso que la familia se llame Fisher ¿no? Pescador. ¿Mensaje neo cristiano?

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