lunes, 26 de febrero de 2007

HAY COSAS QUE NO ME ENTREGARÁS


Acabo de llegar a casa de dar una vuelta con un amiguete. La puesta de sol ha sido magnífica. Tonos violaceos ocupando cielo y mar. Hoy estoy de bajoncillo. He visto a una antigua alumna. Una con la que pudo haber habido algo en cuanto terminó el curso. Cosas de la vida, estaba entonces en una relación seria con una chica, y no acepté su invitación a café.

Había pensado un par de veces en ella en los últimos tiempos. Lo que sucede especialmente cuando uno está solo y tira de agenda para buscar el teléfono de aquella chica que te sonrió de forma especial. Una chica guapa y simpática. Redondita, muy agradable. Rubia, con unos hermosos ojos azules. Nunca le pedí el teléfono. No es apropiado teniendo novia.

Hoy la he encontrado al salir del curso de locutor de radio al que asisto. Tres años después desde que miró con mirada inocente, se balanceó con las manos cruzadas, inclinó la cabecita y me dijo que se me iba con ella a tomar un café.

No la reconocí al principio. Estaba tan cambiada...y solo habían pasado ¿Cuanto? ¿Tres años? Algo así. Ha sido un shock. Y estaba en estado de buena esperanza. Preñada hasta las cejas.. Hemos intercambiado un par de palabras. Me he aturullado al principio. Creo que se ha dado cuenta de que estaba asombrado. Cada vez que veo a alguna antigua conocida embarazada, tomo conciencia de los años que me pasan por encima, de la sedimentación del tiempo.

Las típicas frases "¿cómo estás? "bien, bien, ¿y tú?"" pues ahí, ahí" y ella "Yo, embarazada, voy a la piscina, que me viene bien". Todo a terminado con un silencio incómodo, unas sonrisas de compromiso, un "nos vemos" falso como Papa Noel. Se ha ido. Todo está consumado.

Me he quedado unos segundos en mitad del parque, con la cabeza gacha. Luego he reaccionado, mi alma me ha pasado el brazo por encima del hombro y he vuelto a caminar.

Me ha susurrado al oido: Esa tampoco era.

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