Estoy a la mitad de La reina en el palacio de las corrientes de aire, sintiendo que todo el entretenimiento que Stieg Larsson me ha proporcionado este verano va llegando a su fin.
Cuando pienso en Mikael Blomkvist, siempre me lo imagino con el rostro de su creador.
Y es que Larsson militó en la Kommunistiska Arbetareförbundet (Liga Comunista de Trabajadores). Profundamente comprometido en la lucha contra el racismo y la ultraderecha antidemocrática, participó a mediados de los 80 en la fundación del proyecto antiviolencia Stop the Racism. En 1995 fue uno de los promotores de la Fundación Expo, dedicada a "estudiar y cartografiar las tendencias antidemocráticas, de extrema derecha y racistas en la sociedad"
Además escribió varios libros de investigación periodística acerca de los grupos nazis de su país y de las conexiones entre la extrema derecha y el poder político y financiero.
Me leí Los hombres que no amaban a las mujeres en Estocolmo. Allí compré (al doble de precio que en España) La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, que devoré en Yereván y terminé de leerme en el vuelo Estocolmo-Barcelona.
En la ciudad condal, en el mismo aeropuerto, compré el último volumen.
Stieg Larsson, que murió en 2004, nos dejó una leyenda literaria en su trilogía Millenium. ¿Qué voy a leer yo ahora?
Cuando pienso en Mikael Blomkvist, siempre me lo imagino con el rostro de su creador.
Y es que Larsson militó en la Kommunistiska Arbetareförbundet (Liga Comunista de Trabajadores). Profundamente comprometido en la lucha contra el racismo y la ultraderecha antidemocrática, participó a mediados de los 80 en la fundación del proyecto antiviolencia Stop the Racism. En 1995 fue uno de los promotores de la Fundación Expo, dedicada a "estudiar y cartografiar las tendencias antidemocráticas, de extrema derecha y racistas en la sociedad"
Además escribió varios libros de investigación periodística acerca de los grupos nazis de su país y de las conexiones entre la extrema derecha y el poder político y financiero.
Me leí Los hombres que no amaban a las mujeres en Estocolmo. Allí compré (al doble de precio que en España) La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, que devoré en Yereván y terminé de leerme en el vuelo Estocolmo-Barcelona.
En la ciudad condal, en el mismo aeropuerto, compré el último volumen.
Stieg Larsson, que murió en 2004, nos dejó una leyenda literaria en su trilogía Millenium. ¿Qué voy a leer yo ahora?
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