martes, 31 de julio de 2007

LOS DÍAS UCRANIANOS. Mirando fotos.



El mejor viaje de mi vida. Tres semanas en Ucrania. Vuelo Málagao-Londres- Kiev y un tren Kiev-Odessa. El mar negro, la escalera de El Acorazado Potemkin, Crimea, Yalta... La jugosa cocina ucraniana, el vodka lemon, la resignada contemplación de las bellas mujeres eslavas, la música de Arkadia (la zona de marcha).

Yo la llamaba Nastya, el diminutivo de Anastasia.
Ella tenía 16, yo 26. Fue una preciosa historia de amor imposible, pero una historia, no una ensoñación. Yo fui su Humbert Humbert, y ella mi Lolita. Un día, años más tarde, en Francia, me lo reconoció.

Compartimos dias, tardes y noches durante mi estancia en un destartalado piso de la Marshall Zhukova Prospekt y durante nuestro crucero, en el que nuestros compañeros para las comidas, regadas con vodka, eran una pareja de dialogantes bielorrusos.

He elegido tres fotos. Solo tres, para no cansar, pero se aceptan peticiones. Del nebuloso mercadillo de Ai Petri, a 1234 metros de altura, en la península de Crimea, a donde subimos en un desvencijado telecabina, en una excursión programada. Y dos fotos de Odessa, una de mi llegada en un tren que hacía un recorrido nocturno de 500 km desde Kiev, con su estrella roja en el morro, y otra de una peña del Real Madrid que me encontré en uno de mis habituales paseos con Nastya. Me pareció superfriki.

Ella ha cumplido los 20 ya. Se casó. fue lo último que supe de ella, que había dejado Estrasburgo, que volvía a Kiev para casarse con su novio. Me mandó fotos de la boda. Nunca volvimos a escribirnos.

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