martes, 8 de abril de 2008

TARDES DE FESTIVAL

Actores a la deriva en busca de las siete ciudades del representante. Conquistadores cachitas acosados por amazonas hormonadas con tanga de cordel. Estrellas olvidadas, pecios flotantes a pique del hundimiento etílico. Promesas que nunca cuajaron. En el aire salado se mastica la esperanza.

Pienso en estas cosas mientras contemplo el bestiario humano desde mi silla del Café Negro, frente al Teatro Albéniz.

Junto a Emma Suarez o El Duque pasa un gitano de voz rasposa agrediendo los oidos del respetable.

A la verita de otro de los tantos directores noveles y grisaceos que pululan la calle en busca de algún periodista, o especialista, o comentarista que le reconozca, otro súbdito de la corte de los milagros nos pide unos céntimos para comer.

Las niñatas corren teléfono-cámara en mano de un lado para otro como si la foto que van a sacar las vaya a hacer mejores personas. Aunque esto último a ellas les importe un pimiento del piquillo con chorreras.

Le hago un gesto al camarero, pidiendo otra de aceitunas.


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