He volado dos veces en tres días a bordo de un pequeño turbohélice Handley Page de la compañía estonia Avies, que por lo visto utilizó una vez John Travolta. La compañía, no el turbohélice.
Lo he hecho para acudir, desde mi refugio en la feérica isla de Hiiumaa, a una "entrevista de trabajo" en el aeropuerto de la capital báltica.
El vuelo, de treinta minutos, sale en menos de 20€. En autobús, y cuatro horas de viaje, son unos 15€.
El minibus que te lleva hasta el hangar es casi más grande que el avión, construido por una mítica compañía aeronáutica británica que también fabricó algunos de los bombarderos que machacaron la Alemania hitleriana.
Lo he hecho para acudir, desde mi refugio en la feérica isla de Hiiumaa, a una "entrevista de trabajo" en el aeropuerto de la capital báltica.
El vuelo, de treinta minutos, sale en menos de 20€. En autobús, y cuatro horas de viaje, son unos 15€.
El minibus que te lleva hasta el hangar es casi más grande que el avión, construido por una mítica compañía aeronáutica británica que también fabricó algunos de los bombarderos que machacaron la Alemania hitleriana.
Aquí podeis verme en el interior del ruidoso aparato.
El HP no tiene mascarillas de óxigeno en la parte superior, solo un flotador de cabeza de patito debajo del asiento y punto. Y una triste azafata que nos hace su monólogo sobre la seguridad a bordo en estonio y luego reparte caramelos. Ideal, oiga.
Tras el vuelo de media horita, salir de la terminal principal y llegar al edificio donde se realiza la entrevista, me doy de lleno en la sala donde esta se celebra con un grupo de rubias valkirias dispuestas a batirse conmigo para conseguir uno de los cuatro puestos de trabajo que se ofertan.
El ejercicio consiste en que trabajemos en grupo para traducir una serie de frases y enfrentarnos a problemas de este calado:
"Hay dos ancianos gritando por no encontrar sus maletas, ¿qué haces?"
"Les pongo Interecoñomía y se calman" Pienso.
O...
"Diez personas llegan al aeropuerto después de comprar alcohol que no pueden pasar por seguridad. Qué haces con ellos?"
"Les digo que donen todo a la fundación Jaime Noguera" Pienso.
El ejercicio final es uno tipo imitar que al micro tenemos que informar: "Señores pasajeros con destino Albacete, embarquen por la puerta cinco".
Mi sueño de infancia. ¡Qué ilusión!
Europa no quiere nuestros pepinos, pero sí nuestros funcionarios jubilados con ganas de viajar y billetitos de la Moneda Único en la cartera de poli-piel. ¿En qué crucero viajarán los jubilados sin pensión de la Generación Indignada?
Al día siguiente me confirman la oferta. Soy uno de los cuatro fantásticos. Cinco días de trabajo repartidos hasta septiembre, asistiendo a los cruceristas españoles que visitan la ciudad antes de volver a España. No es mucho dinero, pero es dinero para pagar pañales ugrofineses y potitos hanseáticos.
Ya contaré como me fue el día que tuve que bregar con 600 turistas españoles que sno quieren quitarse el cinturón en Seguridad, pero sí pisar cabezas para pillar buen asiento en el avión.
2 comentarios:
Eres mi X-Men preferidísimo. Me dan envidia algunas de tus aventuras. La del vuelo en esa lata mecánica, sobre todo. Me llevo la escalerilla.
La compañía que no quieres citar, ¿es Rolls Royce?
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