lunes, 28 de julio de 2008

UN MADRUGADOR QUE PASEA Y GIÑA


Hoy he amanecido en la Cala del Moral y he pillado un bus tempranero para Málaga.

Los comercios no habían abierto, yo tenía hambre y me he parado en un bar de la Alameda Principal. Me he sentado en la terraza y me he pedido mi café, mi zumo de naranja y mi pitufo de serrano, tomate y aceite.

En una mesa de al lado se han sentado un "disminuido físico" de origen europeo oriental al que le faltaban ambas piernas, una mujer (que empujaba de la silla de ruedas) con la cara manchada y gafas de culo de botella a la que le colgaba un cigarro de la comisura de la boca y dos tipos de melena rubia y pantalones cortos ajustados que perdían más que aceite, chapapote.

Tal corte de los milagros, de los Cárpatos o los Balcanes, se ha tirado un ratito en la mesa y, ante la ausencia de camareros, se han ido a los pocos minutos entre risitas y zarandajas.

Después del desayuno el café me ha dado ganas de ir al baño, así que he optado por entrar en el de Vialia, en la estación María Zambrano. Mientras meditaba sentado en el trono de porcelana, he oido a mi alredededor los grifos funcionar e idiomas que no lograba descifrar.

Nunca cago bien si no es en mi casa. En cualquier otra parte siento que me van a robar el culo, o que alguien con más ganas que yo va a sacarme a patadas pra colocar su culo donde estaba el mío. En los centros comerciales y estaciones, me provoca cierta desazón el oir las ventosidades de los que hacen de vientre alrededor de mí. O el ruido de sus excrementos al caer en el agua de la taza.

Al salir del habitáculo cagarífero me he encontrado con un grupo de africanos (o subsaharianos, que se dice ahora) aseándose en los servicios. En lugar de ducharse, pues se iban lavando por trocitos mientras me miraban con cierta desconfianza.

Luego he observado a los cuatro viejos que, sin maleta, se sentaban en uno de los bancos interiores del centro comercial, mintras todos los establecimientos se preparaban para la apertura. ¡Estaban cerrados! ¿Qué hacían allí aquellos señores mayores? Miraban a uno y otro lado, aparentemente desconcertados. Parecía que alguien los hubiese dejado allí en un descuido.

A pesar de todo esto, he querido coger el tren de vuelta.

5 comentarios:

sangreybesos dijo...

Los inodoros son como los colchones; ninguno nos gusta tanto como el que tenemos en casa.

Lucía dijo...

y te sentaste en la porcelana? era una falacia para que el texto se leyera mejor? o si es verdad que lo hiciste... a ver si no coges una infección...

Lucía dijo...

por cierto... lo que tienes que narrar es al "Cani" y su gelatina...

Jaime Noguera dijo...

¡Cierto, el "cani" y la gelatina! Menos mal que me lo has recordado, mi amor. ¡No me acordaba!

Saludos.

Jaime

Fauno dijo...

Los viejos se aburren mucho, dan vueltas por el vialia, o por donde sea.
Te presento mi nuevo blog misogino para que le eches un ojo.
www.guapasyfeas.blogspot.com
Feliz verano