EL ATAQUE DE LOS PALMÍPEDOS

Ibamos en el coche camino de La Butibamba, en busca del codiciado bocadillo de lomo caliente y tras recalar en la casa de unos clientes suecos de mi padre.

En el camino por las infinitas urbanizaciones marbellíes, cruzamos un campo de golf. Me fijé entonces en unos patos, en unas ocas y demás, que descansaban placidamente sobre la hierba.

La estampa era muy simpática. Todos ellos tan blancos y tan grises, acolchaditos y esperando a que llegase un cocinero cantonés a hacerlos con naranja. Dije: "para un momento, que quiero sacar una foto". Craso error. Nada más parar, los palmípedos se pusieron en formación, como si una inteligencia superior los controlase y, cuacuando, se dirigieron en estampida hacia nuestro coche.

Mi padre solo decía "vienen a por pan", "están esperando el pan", y yo con la ventana abierta, paralizado sin poder sacar la foto ante la visión de aquellas albas criaturas que se aproximaban a la carrera. Claro, tan a la carrera como se puede lanzar uno con unas patas palmeadas. El ruido que hacía era muy curioso, como estar ante una pequeña tormenta. Y, de todas formas ¿De que pan hablaba mi padre?

De pronto se pasaron por mi mente perturbada imágenes de "Los Pájaros" y "El alimento de los Dioses". Las ánades llegaron al bordillo de la carretera, donde acababa el cesped y empezaba el asfalto, y empezaron a picotear el coche y las ruedas.

Por un segundo lo supe: querían reventar los neumáticas. Luego entrarían por las ventanas y nos devorarían. Los del CSI tendrían que desvelar el misterio de un coche ensangrentado y restos de ADN humano... y de pato. Parecía el comienzo de una novela alimenticia de Stephen King, "Duck", "The revolt of the Ducks" o "Duck Attack". En español no vendería nada "Pato", de Stephen King.

Mi padre arrancó el coche y rapidamente salimos de allí. Respiré tranquilo asombrado por estar de una pieza, dando gracias al cielo por no haber caido en las fauces de aquellos patitos.

El lomo de La Butibamba nos esperaba. ¿Tendrían de pato?