Hace unos días encontré en la Biblioteca de Kärdla un libro de cuentos de hadas estonios en inglés. Junto con otro interesante volúmen del que hablaré en otro post, lo saqué de allí, convirtiéndome en el primer español registrado como lector en la Historia de esta biblioteca.
El libro es un ejemplo de la desbordante imaginación de este pueblo ugrofinés, con molinos de grano que trabajan solos, reinos subterráneos, sirenas que secuestran princesas o espejos que te vuelven a hacer jóven.
Un cuento me sorprendió en especial. Era el de una hija adoptiva que era obligada a trabajar en una sauna ayudando a limpiar a sus familiares, y ella era la última en disfrutar del calor y la humedad. Una cenicienta a lo báltico. Una buena noche el Diablo, con su mujer y dos hijos, llegan a la sauna y le dicen a la pobre que salga, que se tiene que casar con su hijo mayor.
La chica se las ingenia para pedir una serie de regalos imposibles como dote al Diablo, que uno a uno se los va concediendo a pesar del empeño que la chica pone en ser creativa y en pedir cosas extravagantes como un cinto de oro, el salto de un gato o la saliva de un pez.
Al final el Diablo la casa con su hijo y se la lleva al infierno por toda la eternidad.
¿Moraleja? No juegues con el Diablo o acabarás muy jodida. Interpreto.
El libro es un ejemplo de la desbordante imaginación de este pueblo ugrofinés, con molinos de grano que trabajan solos, reinos subterráneos, sirenas que secuestran princesas o espejos que te vuelven a hacer jóven.
Un cuento me sorprendió en especial. Era el de una hija adoptiva que era obligada a trabajar en una sauna ayudando a limpiar a sus familiares, y ella era la última en disfrutar del calor y la humedad. Una cenicienta a lo báltico. Una buena noche el Diablo, con su mujer y dos hijos, llegan a la sauna y le dicen a la pobre que salga, que se tiene que casar con su hijo mayor.
La chica se las ingenia para pedir una serie de regalos imposibles como dote al Diablo, que uno a uno se los va concediendo a pesar del empeño que la chica pone en ser creativa y en pedir cosas extravagantes como un cinto de oro, el salto de un gato o la saliva de un pez.
Al final el Diablo la casa con su hijo y se la lleva al infierno por toda la eternidad.
¿Moraleja? No juegues con el Diablo o acabarás muy jodida. Interpreto.
2 comentarios:
La moraleja que yo saco es: "Encima de puta... apaleada".
"espejos que te vuelven a hacer jóven"
Compro dos.
Publicar un comentario