El este (más que el aquel) siempre me ha fascinado. Pues hacia "el este" vamos. Sigo cumpliendo la tarea de desorientarnos, lo cual es muy facil si para llegar a la casa de los primos de KRT tenemos que internarnos en la maraña de carreteras rurales estonias.
Hay algunas carreteras, construidas con la ayuda de la EU, que están bastante bien. El problema viene cuando hay que localizar en el mapa o en la señalización alguna aldea con demasiadas diéresis en su nombre para hacerlo pronunciable por mi lengua mediterranea.
Llegamos a Antsla (para acordarme del nombre utilizo el recurso mnemotécnico de pensar en "ciudad de las hormigas", ants es hormigas en ingles, y en lugar de -la, pienso me hago a la idea de que que termina en -land, "tierra de". Sí, ¿que pasa? Cada loco con su tema) y el primo es muy majo. Visitamos a la tía, que tiene su oficina en un desangelado edificio con más pinta de estar okupado que alkilado. Siendo consciente de la brevedad obligada de la visita y la esterilidad de emplear mis artes encalomatorias con la buena señora, no desato mis encantos.
El primo se ofrece a enseñarnos algunos "musts" de la zona.
¡ Oh! ¡El arbol más grande de Estonia! Sonrisa forzada de asombro. 130 cm de diámetro y ocho metros de altura. Relleno de hormigón y hierro. Se llama Tamme Lauri Tamm, que era un espíritu jugón que vivía en la zona y que daba igual buena que mala suerte a los paisanos, según le saliera de la punta del duende.
El arbol tiene unos 680 años de antiguedad. Ha visto pasar bajo a sus ramas a los tanques soviéticos, a las unidades de las SS alemanas, a los soldados zaristas, (quizás algún mercader hanseático orinó contra su tronco) y a los caballeros teutónicos. ¿Seguirá el espíritu por aquí? ¿Vivirá encerrado en el cemento?
KRT me hace tumbarme de espaldas sobre la nieve y mover brazos y piernas arriba y abajo para hacer un "angel de nieve". Miro la forma que ha quedado tras levantarme con dificultad y pienso para que coño me han hecho mojarme los pantalones de nieve. Encima, con las brazadas, se me ha levantado aun poco la camisa y se me ha metido algo de hielo por la rabadilla. ¡Me cago en el espítitu del arbol!
1 comentario:
Saludos de los que vivimos en torpilandia.
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