Ese tocón, un ser vivo que respiraba y contemplaba el paso del tiempo, sin hacer daño a nadie, debía ser retirado tras reflexión veraniega de un grupo de homo sapiens adultos.
Tras excavar alrededor del tronco, me dediqué con azadón y guantes a escarbar en busca de las raíces que ataban a la tierra a esta criatura vegetal.
Me pasé horas localizándolas, grabándolas en mi memoria, retirando la alimenticia tierra de sus arrugadas superficies mientras mis propias manos se iban convirtiendo en madera con cada embate.
2 comentarios:
Un día, un pequeño brote de ese árbol saldrá. Lentamente. Con la suficiente fuerza de mandar a esa piscina a tomar por culo del jardín.
Jajajaja. Ójala sea en invierno y no esté la piscina.
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