Hace más de un mes que no escribo en mi queridísimo blog. Y es que no sé nunca si tendré el tiempo o las ganas de hacerlo. La paternidad ha instalado el "no saber" en mi cabeza.
El no saber si podré dormir lo suficiente esta noche, el no saber si tendré tiempo de ver esa película antes de que el nene se despierta, de leer aquel libro, como lo habría hecho el verano pasado, el no saber si las manos frías de mi niño son síntoma de resfriado, el no saber si ese sonido que hace al respirar por la noche quiere decir que tiene la nariz atrancada, el no saber si mañana cogeré el autobús o si lloverá otrá vez y no podré hacer la compra...
Luego reflexiono y me de doy cuenta de que mi ignorancia no es unipersonal y que (¡encima!) debo dar gracias por saber lo que sé, aunque no lo sepa exactamente.
¡Qué pequeños somos todos y pobre el que se cree el centro del universo!
El no saber si podré dormir lo suficiente esta noche, el no saber si tendré tiempo de ver esa película antes de que el nene se despierta, de leer aquel libro, como lo habría hecho el verano pasado, el no saber si las manos frías de mi niño son síntoma de resfriado, el no saber si ese sonido que hace al respirar por la noche quiere decir que tiene la nariz atrancada, el no saber si mañana cogeré el autobús o si lloverá otrá vez y no podré hacer la compra...
Luego reflexiono y me de doy cuenta de que mi ignorancia no es unipersonal y que (¡encima!) debo dar gracias por saber lo que sé, aunque no lo sepa exactamente.
¡Qué pequeños somos todos y pobre el que se cree el centro del universo!
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