domingo, 25 de septiembre de 2011

BENDITA EUROPA. LA HISTORIA DE MAKARIOS


Makarios Gianakopoulos, ex-funcionario del ayuntamiento de Corinto, recibió la señal de comienzo de la jornada en el chip alojado en su corteza cerebral externa. Como cada mañana, se levantó del jergón entre maldiciones y bajó, vistiéndose cual malabarista, al Módulo de Alimentación.

En la cola de las vitaminas, mientras se cazaba las legañas, espero pacientemente su turno envuelto en la animada charla de sus compañeros portugueses e italianos. El Técnico en Irradiación, uno de los irlandeses rubicundos que poblaban la estación, le dio la dósis regular de vitamina D en solo dos segundos y finalmente se encontró frente a la Gran Cafetera, un robot Berliner Privat Rösterei UG 2500-BZW que depositó en su bandeja el aceitoso elíxir negro y un croissant minúsculo y con la textura del titanio.

Una vez realizado el insípido trámite, se colocó en una nueva cola. Frente a ellos, una gran pantalla tridimensional de brillantes colores, emitía un emocinante partido de football.

Makarios, en el fondo, se alegraba de seguir vivo. La Guerra Civil Griega había exterminado a prácticamente toda su familia y sí, ójala hubiesen sido españoles para así convertirse en Protectorado Alemán. ¿Qué le había faltado a Grecia? Las playas Canarias. Ah, y las de Mallorca. Y estar más lejos de Turquía. Bueno, a cada europeo le había tocado lo suyo.

Otro griego que de la cola se dirigió a él.

-¿Tú crees que de verdad juegan al football todavía en la Tierra?

-No.

-¿Entonces?

-Hasta que los mercados no se estabilicen...es más barato hacerlos con Realidad Virtual. Espera...¿No es ese Pelé?

-Pero los putos mercados...llevan siglos diciendo que se van a estabilizar ellos mismos.

-Callate o Henkelstrüssenmeyer te regalará un puesto en las minas abiertas de Mercurio. Nos manda para allá en un haz de neutrinos en menos de lo que tardas en decir "palatinaikos". Bastante jodidos estamos ya .

Makarios miró por uno de los ventanucos de la Estación mientras recogía su pico y su pala. La Tierra brillaba en la lejanía como un pequeño zafiro, como engarzado en la negrura espacial por el orfebre Atlas.

El otro griego gruñó mientras el ascensor de fabricación china, cargado con setenta unidades PIG, se hundía en las entrañas de Ceres.

Los díalogos en la estación no solían ser muy largos. ¿Para qué?



1 comentario:

Jss dijo...

Hola Jaime,yo vivo en Tallinn hace 5 años,pegame un toque si necesitas algo o para conocernos.Un saludo
jss6666@hotmail.com
Julio Sanz