Capital de España. Ocho de la tarde. Quedo con un amigo para tomar café. Le digo "acompáñame a un cajero, que tengo que sacar pelas para cargar el móvil". Sorprendido por mi profundo y límpido discurso, el amiguete actor me lleva a un Cajero de Caja Madrid. Saco 40 leuros y el cajero se traga mi tarjeta.
Mi amigo intenta sacarla dándole un porrazo al cajero, lo que hace que se encienda la alarma y nosotros nos demos el piro.
A todo estoy, yo llevo ya casi diez días con tos y tomando Bisolvón, que no me resuelve nada. Cuando llego al hotel después del café, me da un ataque que acaba en vómito. Me tiendo en la cama, casi no puedo respirar. Estoy tan chungo que bajo a recepción y le pido a una alarmada recepcionista que me llame a una ambulancia.
Dos amables chulapones madrileños del SAMUR se personan allí mientras yo esputo mis alveolos en una silla del hall del magnífico hotel de cuatro estrellas que ha tenido a bien pagarme la Comunidad de Madrid para esa noche. Mañana me toca charla.
-¿Y a usted qué le pasa?
-Tengo- COUGH, COUGH, COUGH-tos-COUGH-COUGH-COUGH-y me cuesta-COUGH-COUGH-COUGH-respirar...
-Pues si quiere le llevamos al hospital, que es lo único que podemos hacer por usted.
Me colocan una mascarilla y me llevan al Hospital Jiménez Díaz. Cuando entro, una doctora se acerca y pregunta.
-¿Qué le pasa?
- Tiene mucha tos y le cuesta respirar.
-¿Y la mascarilla?
-...pues...por si acaso.
Me meten en un cuarto con dos magrebíes, un chico y una chica. Él lleva una mascarilla y tose.
La magrebí:
-Nosotros llevamos tres horas esperando y nada. Esto va para largo.
A la hora y media, pasada la medianoche, me atiende la doctora House. Tengo una faringitis hiperémica. Una mariconada, vamos.
Me receta unas medicinas, me da el alta y me voy a pillar un taxi. Al estar el hospital en obras, tengo que darle toda la vuelta al edificio, con el frío y la tos, y la cremallera de la chaqueta que se ha roto y no se cierra, para encontrar la parada.
Las medicinas me sentaron bien y pude dormir.
Al día siguiente, al ir a la sucursal que había deglutido mi tarjeta de crédito, miran el cajero y no la encuentran. Me temo lo peor y veo en mi imaginación a un simpático pastorcillo albano-kosovar haciendo donativos por toda la ciudad a traficantes de diversa índole.
Por la noche, ya en Málaga, me bajo en la estación de al lado de mi casa. El Pinillo. Sí, yo me bajo, pero mi maleta no, que se va en un estante superior para Fuengirola por culpa de mi mala cabeza. ¿Será, será, será la codeína?
Llamo al número de información de RENFE. Un señor sudamericano me dice que vaya a objetos perdidos de Málaga. Yo le digo:
-Mi objeto no está perdido, está en uno de los vagones del tren que llegará en 15 minutos a Fuengirola. ¿Para qué voy a Málaga?
El tipo se atranca, titubea y no sabe qué responderme. Le cuelgo y llamo a objetos perdidos (al observar que es un 952, prefijo de Málaga) y me dicen que van a mandar a un guardia de Fuengirola a rescatarla en cuanto el tren llegue.
Casi estoy sin batería...mierda.
A los 19 minutos me llaman de Málaga y me dicen que me espere en la estación, que el maquinista me la lleva en la cabina. La han localizado. Suspiro aliviado.
El tren para, el maquinista abre la puerta. Me siento como en una película de Humprey Bogart. Me da la maleta y dice:
-Menuda suerte ha tenido. Esto lo ve cualquiera y se lo lleva. Había unos chinos sentado debajo y cuando el guardia les ha preguntado si era suya la maleta han levantado los brazos y, asustados, han dicho "no, no, noo".
Llego a mi casa, me tiro en la cama. Que me den por culo.
Mi amigo intenta sacarla dándole un porrazo al cajero, lo que hace que se encienda la alarma y nosotros nos demos el piro.
A todo estoy, yo llevo ya casi diez días con tos y tomando Bisolvón, que no me resuelve nada. Cuando llego al hotel después del café, me da un ataque que acaba en vómito. Me tiendo en la cama, casi no puedo respirar. Estoy tan chungo que bajo a recepción y le pido a una alarmada recepcionista que me llame a una ambulancia.
Dos amables chulapones madrileños del SAMUR se personan allí mientras yo esputo mis alveolos en una silla del hall del magnífico hotel de cuatro estrellas que ha tenido a bien pagarme la Comunidad de Madrid para esa noche. Mañana me toca charla.
-¿Y a usted qué le pasa?
-Tengo- COUGH, COUGH, COUGH-tos-COUGH-COUGH-COUGH-y me cuesta-COUGH-COUGH-COUGH-respirar...
-Pues si quiere le llevamos al hospital, que es lo único que podemos hacer por usted.
Me colocan una mascarilla y me llevan al Hospital Jiménez Díaz. Cuando entro, una doctora se acerca y pregunta.
-¿Qué le pasa?
- Tiene mucha tos y le cuesta respirar.
-¿Y la mascarilla?
-...pues...por si acaso.
Me meten en un cuarto con dos magrebíes, un chico y una chica. Él lleva una mascarilla y tose.
La magrebí:
-Nosotros llevamos tres horas esperando y nada. Esto va para largo.
A la hora y media, pasada la medianoche, me atiende la doctora House. Tengo una faringitis hiperémica. Una mariconada, vamos.
Me receta unas medicinas, me da el alta y me voy a pillar un taxi. Al estar el hospital en obras, tengo que darle toda la vuelta al edificio, con el frío y la tos, y la cremallera de la chaqueta que se ha roto y no se cierra, para encontrar la parada.
Las medicinas me sentaron bien y pude dormir.
Al día siguiente, al ir a la sucursal que había deglutido mi tarjeta de crédito, miran el cajero y no la encuentran. Me temo lo peor y veo en mi imaginación a un simpático pastorcillo albano-kosovar haciendo donativos por toda la ciudad a traficantes de diversa índole.
Por la noche, ya en Málaga, me bajo en la estación de al lado de mi casa. El Pinillo. Sí, yo me bajo, pero mi maleta no, que se va en un estante superior para Fuengirola por culpa de mi mala cabeza. ¿Será, será, será la codeína?
Llamo al número de información de RENFE. Un señor sudamericano me dice que vaya a objetos perdidos de Málaga. Yo le digo:
-Mi objeto no está perdido, está en uno de los vagones del tren que llegará en 15 minutos a Fuengirola. ¿Para qué voy a Málaga?
El tipo se atranca, titubea y no sabe qué responderme. Le cuelgo y llamo a objetos perdidos (al observar que es un 952, prefijo de Málaga) y me dicen que van a mandar a un guardia de Fuengirola a rescatarla en cuanto el tren llegue.
Casi estoy sin batería...mierda.
A los 19 minutos me llaman de Málaga y me dicen que me espere en la estación, que el maquinista me la lleva en la cabina. La han localizado. Suspiro aliviado.
El tren para, el maquinista abre la puerta. Me siento como en una película de Humprey Bogart. Me da la maleta y dice:
-Menuda suerte ha tenido. Esto lo ve cualquiera y se lo lleva. Había unos chinos sentado debajo y cuando el guardia les ha preguntado si era suya la maleta han levantado los brazos y, asustados, han dicho "no, no, noo".
Llego a mi casa, me tiro en la cama. Que me den por culo.
5 comentarios:
1- ¿Tuviste que bajar a recepción, no había telefonillo?
2- Fundación Jiménez Díaz... ¿Viste el fantasma de alguno de los que mató la doctora loca?
Yo también llevo dos semanas mal, que ya sólo me queda curarme de la garganta, pero no se va.
1- De todas formas, tenía que bajar a la recepción y salir por la puerta para entrar en la ambulancia.
2- No, ¿fue allí? ¡Dioxxxx!
3-Lo mío, cosa fina, lo tomé el miercoles por la noche y ayer y ya casi puedo cantar ópera.
jo pobrecillo...
espero que te mejores :) ya te contaré mis aventuras en london :P
un bsote
Madrid está cada día más peligroso, Mira que darte la tos...
Sí: http://cort.as/BBN
Publicar un comentario