No tengo fotografías, así que, simplemente, tendreis que creerme. Empezaré como en las malas películas de acción. Pasó hace unas semanas, pero como no tenía nada mejor que contaros (aisss, este agostoooo), aquí queda.
Julio del 2008. Cala del Moral. 00:30 (Tampoco se si era esa hora, pero por ahí andaba)
Tras trasegarnos no se cuantos vasos de sangría y pegarnos una buena comilona de pescaitos fritos varios, mi atención es robada o seducida por un chaval de unos seis, siete u ocho años que se comporta de manera preocupantemente errática en un banco cercano.
El chaval es un ejemplo precoz del típico cani malagueño. Lleva el pelo largo hasta los hombros y de un rubio sospechoso, piel muy morena del sol y está ataviado con unos pantalones coquineros. Es decir, lleva el torso al aire. Ah, y trata sin éxito que otros niños que juegan en los alrededores interactúen con él.
Come de un pequeño envase de plástico de gelatina rosada al tiempo que murmura o canta por lo bajito, lo cual nos provoca cierta gracia a algunos de los comensales que disfrutábamos de aquella calurosa noche caleña.
En un momento dado percibo que el chico hace algo raro con la gelatina. Le observo fijamente durante un rato y, en efecto, certifico que el chaval, de cada dos cucharadas o tres que se lleva a la boca, se refriega una de gelatina por el cuerpo. Prestando especial atención a su torso. No nos tiramos por el suelo de la risa de milagro.
Niño cani, con pantalones coquineros, canturreando se unta gelatina por el cuerpo con una cucharilla en la Málaga oriental pasada la medianoche.
¿¿¿¿????
Julio del 2008. Cala del Moral. 00:30 (Tampoco se si era esa hora, pero por ahí andaba)
Tras trasegarnos no se cuantos vasos de sangría y pegarnos una buena comilona de pescaitos fritos varios, mi atención es robada o seducida por un chaval de unos seis, siete u ocho años que se comporta de manera preocupantemente errática en un banco cercano.
El chaval es un ejemplo precoz del típico cani malagueño. Lleva el pelo largo hasta los hombros y de un rubio sospechoso, piel muy morena del sol y está ataviado con unos pantalones coquineros. Es decir, lleva el torso al aire. Ah, y trata sin éxito que otros niños que juegan en los alrededores interactúen con él.
Come de un pequeño envase de plástico de gelatina rosada al tiempo que murmura o canta por lo bajito, lo cual nos provoca cierta gracia a algunos de los comensales que disfrutábamos de aquella calurosa noche caleña.
En un momento dado percibo que el chico hace algo raro con la gelatina. Le observo fijamente durante un rato y, en efecto, certifico que el chaval, de cada dos cucharadas o tres que se lleva a la boca, se refriega una de gelatina por el cuerpo. Prestando especial atención a su torso. No nos tiramos por el suelo de la risa de milagro.
Niño cani, con pantalones coquineros, canturreando se unta gelatina por el cuerpo con una cucharilla en la Málaga oriental pasada la medianoche.
¿¿¿¿????
3 comentarios:
juaaaaaaasssss!!!!!!!
q risa ese día jajaja nos quedamos tós con unas caras al verlo... y se te olvidó decir que otras cucharadas se las untaba en el ojo también...
Vaya visión más extraña de un muchachito resultón que se mostraba erótico y sexual desde el barco luciendo tipito pringándose con gelatina para ser lamida. Llego a estar yuo allí y me tiro al mar, al marinero y al muchacho.
jajajaja
no sabía que te gustaran los "canis" :p
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