SUPERPOP

Veo las portadas de ahora y no me saben igual. Los de Rebelde Güey, el Hugo Silva, bah. Algunas cosas, en cambio, no cambian. Uno de los anuncios de portada de un número reciente dice "Chicos: las 25 tácticas más rebeldes para ligártelo en clase". Y luego nos rompemos las vestiduras con el fracaso escolar, oiga.

Superpop era la revista que coleccionaba una prima mía. Cada verano canario, aburrido yo en las largas tardes de siesta, me repasaba los ejemplares que ella me dejaba,

Así supe, con mis nueve o diez años, quienes eran los New Kids on the Block o Jason Donovan, leí cartas a la redacción planteando dudas sobre la mestruación (¿¿¿que a las mujeres les salía sangre de ahí??? ¿¿¿y no se morían???), los métodos anticonceptivos, los besos, la "primera vez", la infidelidad, etc.

Creo que me metió un cacao maravillao de tomo y lomo en la cabeza.

También alimenté mi adoración por Madonna en los años del True Blue y por el Michael Jackson que solo era amigo de los niños. Descubrí a un señor con barba de dos días que cantaba descaradamente "I want your sex" mientras movía la pelvis a lo Elvis, y a una chiquita con pinta de no haber comido en una semana que, ya en mi etapa adulta, se reconveriría en el megaestrellón Kyle Minogue.

También viví el fugaz estrellato de Glenn Medeiros (madeiros, decía yo de broma) o el auge y caída de Samantha Fox, el Voyage Voyage...

Una vez de vuelta en la península, el Superpop solo estaba presente en mi vida en la peluquería donde me llevaba mi madre, junto al Hola!, al Pronto y al Diez Minutos. Y yo la leía con fruición, debo admitir sin ambages ni vergüenzas.

Señor, señor. ¡Que años aquellos!