Balas Jihawg. Con la punta rosa y rellenas de grasa de cerdo. Imagínense la ansiedad del combatiente del ISIS
al saber que las tropas a las que se enfrenta disponen de munición que
hace imposible su entrada en el paraiso una vez muertos.
La
compañía que las produce, de Idaho, afirma que el uso de esta munición
tiene dos ventajas: por un lado, si cae en manos de un yihadista, éste
no podrá utilizarla, y si sabe que
enfrente se dispone de esas balas, eso lo disuadirá de atacar.
Más
de uno (y más de dos) se daría la vuelta y volvería a su polvorienta
aldea o al suburbio londinense de donde fue reclutado con sólo saber que
no va a catar ni la la miel, ni la leche ni a las vírgenes de regalo
incluidas en el Martir pack.
Pero resulta que, oh novios de la muerte, las balas de las tropas estadounidenses vienen engrasadas con un aceite cuyo 13% es...grasa de cochino!!! Sí, desde 2004. Así, que imagináos cuanto loco de dios se ha quedado a las puertas del cielo, incluido el mismo Bin Laden. La marca silver gun bullet, que produce el aceite, hasta usó la imagen del ex líder terrorista para promocionarse.
Munición haraam o "impura" para los violadores en masa, los decapitadores, los torturadores, los asesinos.
Las vírgenes del paraiso agradecen el descanso que vienen disfrutando desde hace diez años.
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