A la entrada de Carboneras paramos a tomarnos unas cervecitas con su tapa de paella y sus patatas bravas. ¡Queee no nos falte de naaaa, que no, que nooo!. El día era estupendo. Había una brisa agradable y el sol brillaba en un cielo añil. No hace falta decir que la costa almeriense es impresionante, y tiene unos parajes maravillosos con los que aluciné en Technicolor.
Ya en el pueblo nos tomamos una ración de paella que no se la saltaba un gitano. Acompañada de una albariño excelente. Todo en una pulpería gallega donde el pulpo salía a ojo y medio, así que no probamos al octopussy.
En nuestro particular Thelma y Louise llegamos a Agua Amarga, donde nos tomamos el café y tiramos en la arena a dejarnos tostar por el astro rey. Dormimos siesta allí y me pegué un chapuzón en las frías aguas de nuestro mediterraneo.
Luego volvimos a la capital, para disfrutar de los animados bares indalianos, sus fermentados y su variedad gastronómica. Ah, la foto de arriba se tomó en uno de los múltiples miradores de la carretera costera.
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